Hoy, mientras las gotas de agua que salían de la regadera atravesaban mi cuerpo desnudo, lo comprendí.
Tantas noches atormentado me por su desgarrador llanto y la infinidad de preguntas que entraban y se iban de mis pensamientos.
No quiero que sufra. Su tristeza me entristece.
¿Qué puedo hacer? Él no quiere que entre. ¿No soy suficientemente buena?
¿Dolor? ¿Agonía?... No; Miedo, quizá.
¿De qué? No lo sé, pero se que haré todo lo que esté en mis manos para borrar las lágrimas que lo inundan y lo obligan a estar así.
Quiero ayudarlo. Quiero curarlo. Quiero que entienda que mi fría indiferencia no es más que un disimulado dilema. Él no quiere mi lastima, y nunca la tendrá; solo le daré mi amor, ya que quiero su felicidad.
¿Qué le pasa a papá?
No más miedo. No más llanto. No más medicamentos. No más de esa etiqueta que los doctores llaman depresión.
1 comentario:
Muy bueno :)
Publicar un comentario